Si tú supieras
Un día una mujer increíble como el mar
me convirtió en su playa favorita
y no solo una, te lo juro
Y es que, aunque no lo creas
un día todos los sábados
eran como el 4 de Julio de los yankis
conmemorándome a mí mismo
y era casi rico
porque no me faltaba nada
más bien me sobraba
Y mis amigos me adoraban
y mis enemigos se abrasaban
en su inoperante odio
y envidia
Un día levantarse cada mañana
era estirar los sueños
el estreno de un film
la mayoría con final feliz
estúpidamente feliz
(no hay felicidad más pura que esa:
la que viene sin respetar dioses ni manuales)
de lunes a domingo
de enero a diciembre
Y me querían y me quería
Y la vida era una brillante autopista
y mi corazón un corazón Ferrari Testarrosa
y mi hígado un cuatro por cuatro
también brillantes
Un día hasta mis abismos echaban flores
y las balas que me atravesaban
me hacían agujeros
por donde me acariciaba la luz
del sol reflejada en las playas
más bellas de los rankings de playas
jodidamente bellas
Y un día bailaba diluido con la música
y corría con mis perros felices
y yo era un perro más
y una canción rock y un film con final feliz y una playa y un superhéroe yanki
y, obviamente, no me dejaba seducir por musas deprimidas
ni contaba batallitas con final desastroso
a ningún gato
con cara de sueño.