Reb Liz

Un Profesor Encantador: CapĂ­tulos 39, 40, 41, y 42

Capítulo 39: La Cita

 

Narra Brenda

 

Eran las 2 pm y yo estaba en mi cuarto revisando mi laptop, buscando ideas para tener una cita fuera de su departamento. Quería sorprender a Alan con algo especial y diferente. Fue entonces cuando encontré Shaftesbury, un pequeño pueblo en las afueras de Londres. Me intrigó la idea de escaparnos juntos a este lugar apartado y descubrir algo nuevo.

 

Investigué más sobre el pueblo en internet y descubrí que tenía un encanto único. Me emocioné al enterarme de que había un cine que proyectaba películas mudas. Una en particular llamó mi atención: \"El sueño de mi vida\". La sinopsis prometía una historia emotiva y romántica, perfecta para nuestra cita. Sin dudarlo ni un segundo, compré los boletos por internet, emocionada por la aventura que nos esperaba.

 

Después, decidí buscar un regalo especial para Alan. Quería que fuera algo simbólico y significativo. Navegando por una tienda en línea, encontré una hermosa corbata que parecía encajar perfectamente con su estilo. La compré con la esperanza de que le gustara y la usara en nuestra cita.

 

Pasé el tiempo esperando ansiosamente a que llegara mi pedido. Cada día que pasaba, mi emoción crecía aún más. Finalmente, después de una larga hora de espera, el paquete llegó a mi puerta. Lo abrí con cuidado y sonreí al ver la corbata, lista para ser entregada a Alan.

 

Solo me faltaba encontrar el momento perfecto para darle la sorpresa. Recordé que todavía estaba en la escuela, así que decidí aprovechar la oportunidad. Agarré mi cuaderno y lo sostuve en mi mano, para que pareciera que iba a estudiar en la biblioteca. Con cuidado, me puse la corbata alrededor del cuello y la oculté debajo de mi campera, emocionada por la reacción de Alan al verla.

 

Tomé mi auto y en menos de 5 minutos ya estaba en la escuela. Me aseguré de no ser vista por nadie mientras me dirigía al salón de Alan. Lo observé a través de la ventana con una sonrisa, notando lo lindo que se veía mientras estaba concentrado en su lectura. Mi corazón latía con fuerza, emocionada por la sorpresa que le esperaba.

 

Entré al salón con cautela y me acerqué silenciosamente a su escritorio.

 

- Hola - dije sonriendo.

 

Él me miró con sorpresa y abrió los ojos grandes.

 

- Señorita Brown - dijo señalándome con los ojos para que volteara - ¿Qué puedo hacer por usted?

 

Me sorprendió un poco su reacción. Luego, volteé sigilosamente y vi a un par de chicos mirándome. ¡Rayos! Me había olvidado de que Alan se quedó por el examen de recuperación. Rápidamente intenté actuar con normalidad.

 

- Me preguntaba si podría revisar mi tarea... por favor - dije entregándole el cuaderno que tenía en mi mano.

 

- Claro, no hay problema. ¿Podría esperar a que terminen de contestar el examen? - dijo tomando el cuaderno.

 

- Mm, de hecho me urge que lo revise ahora - dije bajando el cierre de mi campera. Él abrió los ojos sorprendido, pero trató de disimular. Y ahí vio la corbata que le había comprado, con un cartel que decía “Úsame, por favor” - Y saber si estoy en lo correcto.

 

- Claro, lo revisaré - dijo abriendo el cuaderno y encontrando las entradas del cine con una nota que decía \"Hoy a las cuatro, en ese pueblito no nos conoce nadie”

 

- ¿Qué opina, profesor? - pregunté sonriendo.

 

- Está muy bien, es excelente - dijo sonriendo.

 

- Perfecto, se la entregaré al final del día - levanté el cierre de mi campera y tomé el cuaderno. Luego, antes de salir, le saludé con la mano y le sonreí sin que nadie lo notara.

 

Mientras caminaba hacia la puerta, sentí la mirada de los demás estudiantes sobre mí. Intenté mantener la calma y la confianza en cada paso que daba. Sabía que esta era una oportunidad única para sorprender a Alan y demostrarle mi interés.

 

Una vez fuera del aula, me detuve por un momento para tomar aire fresco. El sol brillaba sobre el campus, creando una atmósfera cálida y reconfortante. Aproveché la oportunidad para dar un paseo, disfrutando del paisaje y dejando que la emoción se apoderara de mí.

 

Mientras caminaba, recordé los momentos especiales que habíamos compartido juntos. Cada risa, cada conversación profunda, cada mirada cómplice. Me inundó una sensación de gratitud por tener a alguien como Alan en mi vida. Su apoyo y cariño me habían dado fuerzas para enfrentar cualquier desafío.

 

Llegó el momento de dirigirme a prepararme para la cita. Tomé mi auto y me dirigí a casa, sintiendo mariposas en el estómago y una sonrisa que no podía borrar de mi rostro. Mientras conducía, escuchaba música que me inspiraba y me llenaba de energía positiva.

 

Al llegar a casa, me sumergí en los preparativos. Tomé una ducha relajante y elegí cuidadosamente la ropa que luciría en la cita.

 

Estaba en mi cuarto, emocionada y nerviosa, preparándome para mi cita con Alan. Elegí cuidadosamente un hermoso vestido de color bordo que realzaba mi figura y unos zapatos de tacón a juego. Me hice un peinado con rulos que caían suavemente sobre mis hombros y me maquillé resaltando mis mejores rasgos. Quería lucir deslumbrante para él.

 

Una vez que estuve lista, salí de casa y tomé un taxi que me llevó directamente al imponente edificio donde se encontraba su departamento. Mi corazón latía con fuerza mientras ascendía en el ascensor, ansiosa por verlo.

 

Al llegar al piso donde se encontraba su departamento, me encontré con un pequeño obstáculo. Toqué el portero eléctrico cinco veces, pero nadie me respondió. Mi emoción comenzó a mezclarse con una pizca de preocupación. No quería que algo arruinara nuestra cita.

 

Decidí tomar el teléfono y llamar directamente a Alan. Respiré aliviada cuando escuché su voz al otro lado de la línea. Su tono cálido y familiar me tranquilizó al instante. Le expliqué la situación y él se disculpó por la falta de respuesta en el portero.

 

Narra Alan

 

Estaba llegando al edificio donde se encontraba mi departamento en una lujosa limusina cuando la vi, parada en la entrada. Mi corazón se aceleró al verla tan hermosa con su vestido bordo, que combinaba perfectamente con la corbata bordo que ella me había regalado.

 

De repente, mi celular sonó y vi que era ella quien me estaba llamando.

 

- Hola - contesté emocionado.

 

- Amor, ¿dónde estás? - preguntó ella impaciente.

 

- Estoy a punto de llegar. Pero antes, déjame decirte lo hermosa que te ves esta noche - le dije con sinceridad.

 

Vi cómo ella empezó a mirar a su alrededor, buscándome entre la multitud. Y entonces, nuestros ojos se encontraron. Sonrió sorprendida al verme dentro de la limusina esperándola.

 

- ¿Qué? ¿Creí que íbamos a tomar el tren? - dijo riendo, sin cortar la llamada.

 

- Quería sorprenderte, cariño. Pensé que te gustaría un poco de lujo en nuestro camino hacia la cita - le respondí con una sonrisa.

 

- Mm, ¿así que así es una cita con Alan Freeman? Fascinante - dijo con picardía.

 

- ¿Puedes colgar ya? - pregunté divertido, y ella colgó rápidamente.

 

El chofer abrió la puerta de la limusina con elegancia. Me moví unos centímetros para darle espacio y ella se sentó a mi lado, radiante. La rodeé con mis brazos y la besé apasionadamente mientras cerraba la ventanilla, dejando atrás el bullicio de la ciudad y adentrándonos en nuestra propia burbuja de amor y emoción.

 

Narra Brenda

 

Continuando con nuestra cita en el cine, la sala estaba casi vacía, solo había tres personas más, ninguna de ellas conocida. Tomamos asiento en medio y compramos pochoclos. La película comenzó y él me rodeó con sus brazos mientras yo apoyaba mi cabeza en su hombro.

 

En el momento más romántico de la película, nos besamos. Sus labios suaves y cálidos se encontraron con los míos, y sentí una oleada de emociones recorrer todo mi cuerpo.

 

- Eres hermosa - me dijo con una sonrisa, haciéndome sonrojar. Le devolví la sonrisa, sintiendo la felicidad llenar mi corazón.

 

Se acercó nuevamente para besarme, y en ese instante, el mundo a nuestro alrededor desapareció. Ya no podía concentrarme en la película, mis ojos y mis labios solo tenían atención para él. Ni siquiera me di cuenta de cuándo terminó la película.

 

Alan tomó mi mano y me guio hacia la salida. Sentí su cálido abrazo y supe que quería pasar más tiempo juntos.

 

- ¿Quieres pasar todo el día conmigo? - me preguntó, abrazándome con ternura.

 

- Eso me encantaría - respondí emocionada, sellando nuestras palabras con otro beso.

 

Así, continuamos nuestra cita llena de amor y complicidad, deseando que el tiempo se detuviera para poder disfrutar cada momento juntos.

 

Alan y yo continuamos nuestro paseo por Shaftesbury, disfrutando de la belleza del lugar mientras caminábamos tomados de la mano. Durante nuestro paseo, hablamos de nosotros, de nuestros planes para el futuro y hasta de cómo nos gustaría llamar a nuestros hijos si algún día los tuviéramos. También conversamos sobre libros, música, arte y tantas otras cosas interesantes. Era una cita perfecta, llena de conexión y complicidad.

 

Luego, llegamos a un centro comercial donde encontramos una cabina de fotos. Alan señaló la cabina y me preguntó:

 

- Brenda, amor, ¿quieres entrar?

 

- Me encantaría - Sonreí emocionada y respondí

 

Así que entramos a la cabina y comenzamos a tomar fotos. Al principio, hicimos poses divertidas y juguetonas, pero a medida que avanzaban las fotos, nuestras miradas se encontraron. Me perdí en el azul profundo de sus ojos y poco a poco él se acercó a mí. Como si fuera algo que esperábamos, nuestros labios se encontraron en un beso apasionado mientras la cámara de la cabina capturaba ese momento mágico. Nos separamos, pero nuestras sonrisas decían más que mil palabras.

 

Salimos de la cabina y tomamos las fotos impresas. Alan solo sonreía mientras las miraba. Señaló una foto en particular, donde nos estábamos besando, y dijo: \"Me gusta esta\". Yo asentí y respondí:

 

- A mí también. Sin duda, es mi favorita

 

Luego, echamos un vistazo al reloj y nos dimos cuenta de que era hora de irnos. Alan me invitó a cenar en su departamento y acepté emocionada. Le pregunté si él cocinaría y él respondió con una sonrisa:

 

- Haré el intento. Sabes que no soy muy bueno en la cocina

 

Después, Alan se acercó a mí y nos besamos con pasión. Luego, nos subimos a la limusina que nos esperaba para llevarnos a su departamento.

 

La cita continuó en su acogedor departamento. Alan se esforzó por cocinar su especialidad y disfrutamos de una deliciosa cena juntos. Durante la cena, nuestros ojos no podían apartarse el uno del otro y nuestras sonrisas eran constantes. Todo era simplemente perfecto.

 

Después de la cena, Alan sugirió con entusiasmo:

 

- ¿Te gustaría ver caricaturas?

 

Sonreí y respondí emocionada:

 

- ¿Existe una manera mejor de continuar una cita que viendo caricaturas con mi novio? No lo creo

 

Así que nos acomodamos en el sofá y pasamos alrededor de una hora riendo y disfrutando de nuestras caricaturas favoritas en la televisión. Era tan reconfortante y especial estar juntos de esa manera, sin preocuparnos de que nos vieran o de que alguien intentara separarnos.

 

En ese momento, me di cuenta de lo afortunada que era de tener a Alan a mi lado. Cada momento compartido era una confirmación de nuestro amor y de la conexión única que teníamos. Estábamos construyendo recuerdos inolvidables y fortaleciendo nuestro vínculo cada vez más.

 

La noche continuó con risas, abrazos y momentos de ternura. Nos sumergimos en el mundo de las caricaturas, disfrutando de la compañía del otro y de la sensación de estar en un lugar donde solo existíamos nosotros dos.

 

En ese instante, supe que había encontrado a alguien especial, alguien con quien quería compartir no solo esta cita, sino también el resto de mi vida.

 

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Capítulo 40: Viejo amor

 

Narra Brenda

 

Sin darme cuenta, pasó una semana después de aquella mágica cita. Fue una semana maravillosa, todo parecía perfecto, como sacado de un cuento de hadas. Pero como en todo cuento, siempre hay brujas.

 

Era un lunes como cualquier otro después de la escuela. Me dirigí al departamento de Alan y él no tardó en abrir la puerta. Se lanzó sobre mí para darme suaves besos de bienvenida.

 

- ¿Te gustaría ver televisión conmigo? Necesito relajarme del trabajo - me propuso.

 

Sonreí y respondí:

 

- ¿Ver televisión con mi novio? Suena perfecto

 

Nos acomodamos en el sofá, abrazados, disfrutando de la compañía del otro mientras veíamos la televisión. Me encantaba estar así con él, pero algo en mi interior me decía que había llegado el momento de preguntar algo que había estado pensando durante varios días.

 

- Alan... - comencé a decir, mientras él pasaba sus manos por mi cabello - Ayer estuve pensando en algo... puede que sea algo tonto, pero quiero decírtelo de todas formas. Tú ya conoces prácticamente a toda mi familia, sabes que tengo una hermana, conoces a mi mamá y a mi papá. Pero yo no sé nada de ti, me refiero a tu familia y a tu vida antes de que nos conociéramos…

 

Alan suspiró, como si mis palabras hubieran tocado una fibra sensible en él. Tomó mi mano y me miró con ternura en sus ojos.

 

- No te preocupes, entiendo si no quieres contarme - le dije, tratando de transmitirle comprensión.

 

- No, no, tienes razón. Es importante que nos conozcamos - él se enderezó y yo hice lo mismo. - ¿Qué quieres saber?

 

- Bueno... cuéntame sobre ti y tu familia.

 

- Bueno, no es fácil mantener una comunicación constante con ellos cuando estás en otro país, pero si te parece bien, tengo un álbum de fotos. ¿Te gustaría verlo?

 

- ¡Claro que sí! - respondí emocionada.

 

Se levantó y fue hacia el librero, trayendo un álbum forrado aparentemente de piel color marrón.

 

Lo abrió y pude ver fotos de él cuando era niño. Era tan adorable.

 

- ¡Qué lindo eras de niño! - exclamé, sonriendo al ver esas imágenes.

 

- ¿Era? - dijo él, haciéndose el ofendido de manera juguetona.

 

- Sí - respondí con tono juguetón también. - Porque está claro que ahora eres hermoso.

 

Ambos nos miramos a los ojos y sonreímos, compartiendo un momento de complicidad y cariño. Era maravilloso descubrir más sobre su vida y ver cómo ha crecido y cambiado a lo largo de los años. Seguíamos construyendo nuestra historia juntos, encontrando nuevas formas de conectarnos y enamorarnos cada día más.

 

- Nunca te lo dije, pero yo nací aquí, en Londres. Hasta los 10 años viví aquí, y luego nos mudamos a Nueva York debido al nuevo trabajo de mi papá. Siempre me gustó Londres y soñaba con regresar, pero pasé prácticamente toda mi adolescencia en Nueva York. Estudié en la Universidad de Nueva York y luego decidí regresar aquí - me iba explicando mientras avanzábamos por las fotografías - ¡Oh, aquí hay una foto de mi familia!

 

Me fue presentando a su familia: tenía una hermana y un hermano. Su hermano, Alexander, era dos años menor que él, y su hermana Jessica tenía mi misma edad. También me contó que sus padres se habían divorciado, pero habían decidido darse otra oportunidad y ahora estaban juntos de nuevo.

 

- Debe ser difícil estar lejos de tu familia - comenté, sintiendo empatía por su situación.

 

- Bueno, lo sabrías si siguieras con tu plan y tu sueño de ir a estudiar a Boston - respondió Alan, recordando nuestra conversación anterior.

 

- Alan... Creo que ya había quedado claro. Tomé una decisión y ya no quiero hablar más de eso. No quiero tocar ese tema, ¿está bien? - le pedí, sintiéndome un poco incómoda.

 

- Está bien - dijo Alan, respetando mi deseo. Siguió recorriendo página por página del álbum, sin mencionar el tema nuevamente.

 

Continuamos disfrutando de las fotografías y de la historia de su familia. A medida que avanzábamos, me sentía más conectada con él y comprendía mejor su pasado y sus experiencias. Era un momento íntimo y especial, en el que ambos compartíamos nuestras historias y nos habríamos el uno al otro. Seguíamos construyendo nuestra relación, basada en la confianza y el respeto mutuo.

 

Continuaba contándome historias de su familia, y cuando dio vuelta a la página, pude ver corazones y fotos de él con una chica. Antes de que pudiera verlo mejor, él cerró rápidamente el álbum.

 

- ¿Qué fue eso? - pregunté sin darle mucha importancia.

 

- Se acabó el álbum - respondió él, tratando de evadir el tema.

 

- Ah, y esa parte, ¿quién era? - insistí, curiosa por saber más.

 

- Nada importante - contestó él, intentando restarle importancia.

 

- ¿Tu exnovia? - dije con un tono burlón, tratando de hacerlo reír.

 

- Ya dejemos eso - insistió él, claramente incómodo.

 

- Pero yo quería seguir viendo el álbum - insistí, sintiendo curiosidad por conocer más sobre su pasado.

 

- No hay nada importante que ver, pero si tanto quieres saber, ella era Laura - finalmente reveló.

 

- ¿Ella fue tu novia? - pregunté, sintiendo una punzada en mi estómago.

 

- Así es - confirmó él.

 

En ese momento, una mezcla de emociones recorrió mi mente. Era obvio que él había tenido otras relaciones antes que yo. Era atractivo y seguro había tenido muchas chicas interesadas en él. Sin embargo, nunca me había atrevido a preguntar y ahora me encontraba en una situación incómoda.

 

- Oh, ¿y qué pasó? - pregunté, intrigada por la historia.

 

- Nada importante, lo de siempre. Ella fue solo un amor de la universidad, eso fue todo. Ni siquiera recordaba que aún tenía esas fotos - respondió Alan, tratando de restarle importancia.

 

- ¿Amor de la universidad? - pregunté, sintiendo curiosidad por saber más.

 

- No tienes de qué preocuparte. ¿Acaso estás celosa? - preguntó con tono burlón.

 

- ¿Celosa? Yo... - reí - ¡Por supuesto que NO!

 

- Pues yo creo que sí estás celosa - dijo, comenzando a hacerme cosquillas en el estómago. Luego me tomó de los pies y me llevó al sillón mientras yo gritaba y reía como una niña.

 

Sabía que Alan trataba de distraerme y hacerme olvidar el tema, pero no iba a ser tan fácil sacar esa idea de mi mente.

 

- Ya me tengo que ir - dije, sintiendo la necesidad de alejarme un poco.

 

- ¿Te veo mañana? - preguntó, esperando mi respuesta.

 

- Estoy en tu clase... aunque no quieras, te veré mañana - respondí con una sonrisa.

 

Él sonrió también.

 

- Ve con cuidado... te amo - me dijo con ternura.

 

- Yo también te amo - le respondí, dándole un beso antes de irme.

 

Mientras conducía hacia mi casa, la idea de esa tal Laura no dejaba de rondar mi mente. ¿Cómo iba a saber qué significaba ser un \"amor de la universidad\"?

 

Decidí llamar a Anabela para ver si ella tenía alguna idea al respecto. \"Hasta que no vayas a la universidad, no podré decirte qué diablos significa eso\", fue su respuesta, como si eso me sirviera de algo.

 

Finalmente llegué a mi casa después de dar algunas vueltas por la cuadra, tratando de no dejar que me afectara. Sabía que tenía que dejar de preocuparme por el pasado y concentrarme en el presente con Alan. Nuestra relación era lo más importante y no dejaría que nada ni nadie lo afectara.

 

Papá estaba en la cocina cuando llegué a casa.

 

- ¿Cómo te fue? - preguntó, notando mi expresión seria.

 

- Bien - respondí cortante, sumergida en mis pensamientos.

 

- ¿Por qué estás tan seria? ¿En qué estás pensando? - preguntó, preocupado por mi estado de ánimo.

 

- Papá, ¿puedo hacerte una pregunta? - le pregunté, buscando su consejo.

 

- Claro, cariño. ¿Qué pasa? - respondió, dispuesto a escucharme.

 

- Bueno... Anabela me dijo que ella quiere tener un \"amor de la universidad\". ¿Tienes idea de qué es eso? - le pregunté, esperando que pudiera aclarar mis dudas.

 

- Ay, hija, me haces preguntas difíciles de responder - dijo, pensando por un momento. - Para que lo entiendas, digamos que tu mamá fue mi amor de universidad. - Y sin más, se fue, dejándome aún más confundida.

 

Ya no quería pensar en eso. No podía imaginarme a Alan con otra chica que no fuera yo. Era una tontería preocuparme por eso, ya que Alan era tan atractivo que seguramente había tenido muchas novias antes que yo. Supongo que tenía muchas opciones para elegir.

 

En cambio, yo solo había estado con Alan y luego con Tito. Aunque después de lo que había pasado, en mi vida solo importaba Alan y solo Alan.

 

Decidí irme a dormir, pero la duda sobre el lugar que Laura hubiera ocupado en la vida de Alan me atormentaba. Me preguntaba si Alan la había amado más a ella de lo que podría amarme a mí... Era una sensación horrible, pero sabía que tenía que dejar de preocuparme y confiar en nuestra relación. Mañana sería otro día y tendría que enfrentar mis inseguridades de frente.

 

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Capítulo 41: El pasado

 

Narra Brenda

 

Al día siguiente, decidí dejar de lado todo el asunto de Laura y pensar en tener un día normal. Me arreglé para ir a la escuela.

 

Cuando llegué, vi a Alan en su salón, estaba solo, así que era un buen momento para acercarme.

 

- Mira lo que conseguí - dijo mientras abría su portafolio y pude ver que había unos CDs, aparentemente de películas.

 

- Yo me ocupo del pochoclo - dije sonriendo.

 

- ¿Te parece? Hoy en mi departamento a las 4 pm.

 

- Me parece genial - respondí antes de irme, ya que él iba a empezar su clase.

 

Después de la escuela, fui a casa a comer algo. Papá seguía quedándose a dormir allí y empecé a creer que había regresado con el propósito de recuperar a mamá... Por un momento, pensé que mamá lo había perdonado.

 

Unas horas después, fui al departamento de Alan. Justo cuando estaba por entrar al edificio, recibí una llamada suya.

 

- Alan... Pensé que estabas en tu departamento.

 

- Amor, discúlpame, tengo una reunión que no puedo posponer, pero llegaré en media hora. ¿Me esperas?

 

- Ok, te espero... Ya estoy aquí.

 

- La llave está...

 

- Debajo del tapete - interrumpí - Ya lo sé... Te veo en media hora.

 

- Te veo en media hora... Te adoro.

 

Y ahí estaba yo, sola en el departamento de Alan. Mi mirada se dirigió al librero y ahí estaba el álbum de fotos que habíamos estado viendo. No pude evitarlo, la curiosidad me estaba ganando. Quería saber más sobre esa tal Laura, más sobre lo que había pasado entre ella y Alan. Pero tampoco quería invadir la privacidad de Alan y desconfiar de él.

 

Pero no pude resistirme... En menos de un minuto, ya tenía el álbum en mis manos. Lo pensé un momento y luego lo abrí.

 

Efectivamente, tal como pensé, había fotos de ellos dos besándose, abrazándose, sonriendo, haciendo caras tontas. Se veían muy felices. Y luego recordé que la única foto de pareja que tenía con él era la que nos tomamos en nuestra cita en Shaftesbury. Tenía más fotos con él, pero no eran de pareja, eran solo fotos escolares, como cuando fuimos a México.

 

Laura era muy bonita, tenía el cabello rubio y rizado. Al parecer, tenía ojos verdes. Era muy alta y delgada, casi todo lo contrario a mí. Me estaba destrozando a mí misma.

 

Conforme avanzaba, quería saber más sobre el porqué habían terminado. Pasaba hoja tras hoja, soportando ver fotos de ellos dos besándose y demás, hasta que llegué al final.

 

Había un sobre. Saqué una carta y no estaba segura de si quería leerla. Después de todo, esto era de Alan y debía respetar su privacidad. Sin embargo, en el sobre vi la fecha y me llamó la atención, porque era la fecha en la que nos habíamos visto por primera vez.

 

Sin pensarlo, abrí la carta, respiré profundamente y comencé a leer:

 

\"Alan:

 

Antes que nada, quiero que sepas que nunca he buscado lastimarte. Sé que no es la forma correcta de hacer las cosas y que no debí esperar hasta el último minuto para decírtelo, pero créeme que fue una decisión que tomé recién anoche.

 

Tú no tienes la culpa de nada. Soy yo la que no puede quedarse, pero quiero que sepas que a pesar de esto, te amo y me será difícil olvidarte. Sé que para ti será difícil entender esto.

 

Pero no estoy lista para unir mi vida a alguien. No me imagino mi vida encadenada a ti, encadenada a una vida rutinaria. Tengo una vida que quiero vivir, tengo sueños que quiero cumplir.

 

En los últimos días, he estado pensando mucho en nuestra relación y en los sueños de vida que nos habíamos planteado juntos. Pero me di cuenta de que estos sueños son más tuyos que míos, y por eso hoy no estoy a tu lado.

 

He tomado la decisión de viajar al extranjero para seguir estudiando. Para mí, lo más importante es mi carrera, Alan. Quizá en este momento no comprendas mi decisión, pero sé que con el tiempo entenderás por qué. Sé que eres un buen hombre y tienes un corazón enorme, y sé que serás capaz de perdonarme.

 

Por favor, perdóname. Sé que en este momento debes estar pensando lo peor de mí, pero con esta carta quiero tratar de explicarte mis motivos.

 

Solo deseo que encuentres a alguien que realmente quiera pasar toda la vida contigo y seas muy feliz, porque te lo mereces. Yo te amo, pero creo que debo pensar primero en mí...

 

Sé que esto es un acto de cobardía y egoísmo. Debería habértelo dicho en persona, pero no sería capaz de verte a los ojos para huir.

 

Por último, solo quiero pedirte que por favor no me busques. Creo que estaremos mejor así. Respecto a los preparativos para la boda, mis padres te ayudarán a cancelarlos... Perdóname de nuevo... Te ama y se despide,

 

Laura.\"

 

Mi cabeza estaba hecha un lío, mi pulso acelerado, mi corazón latía con fuerza. Comencé a palpar el sobre y sentí algo más. Lo revisé y encontré un anillo, o mejor dicho, el anillo. Era el anillo de compromiso. Sentí como si un cuchillo se clavara en mi corazón. Alan, mi novio, se iba a casar y nunca me lo había dicho. Laura lo abandonó el día que nos conocimos. Todo eso era muy extraño, doloroso y confuso. Me quedé mirando el anillo durante mucho tiempo. Luego revisé el sobre una vez más y encontré dos pasajes a París, Francia. Era evidente que planeaban ir allí de luna de miel.

 

Estaba sumergida en mis pensamientos, con el anillo y los pasajes en mis manos, cuando escuché la puerta cerrarse. Era Alan, quien acababa de llegar, y yo no sabía si guardar todo eso y fingir que no había visto nada, o enfrentarlo.

 

Tenía un nudo en la garganta, me quedé paralizada y no pude reaccionar a tiempo. Él ya venía hacia mí.

 

- Brenda, mi amor...

 

Giré y nuestras miradas se conectaron. Mis ojos estaban cristalizados de tanto llorar y mi voz a punto de quebrarse. Solo logré decir:

 

- ¿Nunca me lo ibas a decir? - Dije mientras sostenía en una mano el anillo y en la otra los pasajes de avión.

 

- ¿Por qué viste eso? - Dijo serio, pero no enojado.

 

- Lo siento, ¿sabes? Sé que hice mal en invadir tu privacidad, pero tú nunca me lo ibas a decir. Esto me estaba destrozando.

 

- Tienes razón... Debí habértelo dicho hace mucho tiempo - Dijo sereno.

 

- ¿Qué te parece si me cuentas ahora?

 

- Está bien, te lo voy a contar todo, pero te pido que no me digas nada hasta que termine, por favor. Hace mucho tiempo que no le he contado esto a nadie, así que...

 

Su voz era muy pacífica. No sonaba molesto por haberme encontrado viendo sus cosas, más bien sonaba... confundido.

 

Se dirigió al sillón y se sentó. Yo hice lo mismo, manteniendo un poco de distancia. Suspiró y comenzó:

 

- Laura, como sabes, fue mi novia en la universidad. La conocí cuando estaba en mi segundo año de carrera. Ella era un año menor que yo y acababa de ingresar a la universidad. También estudiaba literatura, al igual que yo. Como yo estaba un año adelante, fui su tutor académico. Conversábamos mucho y nos llevábamos bien. Teníamos muchas cosas en común, así que al año nos convertimos en novios. Estuvimos juntos por más de dos años.

 

Cuando terminé la universidad, una empresa me ofreció un empleo en la editorial de libros más grande de Nueva York. Estaba feliz, apenas podía creerlo. Por fin tenía un empleo y no tenía que mudarme a otra ciudad o país. Además, tenía una novia a la que mi familia quería y apreciaba mucho. Mi madre decía que era perfecta para mí, y supongo que también llegué a pensar lo mismo. Su familia me conocía, pero su padre no quería aceptarme del todo como yerno y novio de su hija. Supongo que creía que era poca cosa para su princesa. Su familia es adinerada y tienen empresas, bibliotecas, librerías y una editorial en todo el país.

 

Cuando me dijeron que me daban el empleo, no podía esperar para compartir mi alegría con Laura. Estaba tan emocionado que se me ocurrió proponerle matrimonio. Habíamos hablado sobre querer estar juntos, así que pensé que ese era el momento adecuado.

 

No tenía mucho dinero, así que le pedí a mi hermano que me lo enviara. Compré el anillo, el mismo que estás sosteniendo en tus manos, y planeé una cena romántica para proponérselo. Cuando le hice la propuesta, ella se sorprendió y comenzó a llorar diciendo que sí. Sentía que íbamos a ser muy felices juntos. Ya había planeado toda mi vida junto a ella.

 

Días después, alquilamos un departamento y nos mudamos juntos. Empezamos a ver los preparativos para la boda. Al principio, ella se veía muy emocionada. Fue ella quien comenzó a organizar todo. Luego, se me ocurrió que podríamos ir a París, Francia, para nuestra luna de miel. Le sorprendí comprando los boletos, esos que tienes en tus manos. Tuvimos nuestra fiesta de compromiso y algo cambió después de eso.

 

Ella empezó a alejarse de mí. Yo pensaba que era porque estaba en su último año de universidad y que planeábamos casarnos después de su graduación. Pero algo no encajaba. Empecé a notar que algo no iba bien entre nosotros. Nuestras conversaciones se volvieron más distantes y ella parecía estar perdida en sus pensamientos. Intenté hablar con ella, pero siempre evitaba el tema. No entendía qué estaba pasando.

 

Y ahora, aquí estamos, frente a frente, con el anillo y los pasajes en tus manos. Necesito que me entiendas, que me des la oportunidad de explicarte lo que ha sucedido. Pero antes, quiero decirte que te amo y que nunca quise lastimarte.

 

Continuando con la historia, llegó el día en el que ella ya no quería saber nada de la boda. Me dejaba todo a mí y, tal vez, me imaginé lo que estaba pasando, pero nunca se lo pregunté. Supongo que no quería confirmarlo, porque sabía que su respuesta no me iba a gustar. Sabía que su respuesta me iba a doler, así que preferí negarlo. Ella no me detuvo en ningún momento.

 

Un día antes de la boda, tuve que salir de Nueva York por trabajo. Y cuando regresé, todo había cambiado. Ella ya no estaba, ni sus cosas. Se había ido. Fui a nuestra habitación y solo encontré una carta con el anillo y los boletos de avión adentro.

 

Supongo que ya leíste la carta, no hace falta que te diga lo que hizo, porque ya lo sabes. Me sentí completamente mal, totalmente destruido. Estaba hecho pedazos. Era obvio que no me iba a quedar así. Le hablé a su celular, creyendo que no me contestaría, pero lo hizo. Hablamos por más de 3 horas. Me dijo que estaba en camino a Alemania y entonces supe que ya no podía hacer nada. Después de esas 3 horas, busqué a su familia. Ellos me dieron una explicación y dijeron que yo no tenía que hacer nada para cancelar la boda.

 

Me sentía vacío, sin rumbo. No sabía qué hacer con mi vida. Decidí bloquear lo que sentía y renunciar al empleo que tenía. Tomé la decisión de cambiar de país y terminé llegando a Londres. Pedí empleo en una escuela y me lo dieron. Estaba dispuesto a renunciar para siempre al amor, hasta que llegó mi primer día de trabajo.

 

El primer día de clases había llegado. Estaba camino a la escuela cuando vi a una de las chicas más hermosas que jamás había visto. Me quedé paralizado por tanta belleza. Quise acercarme a ella, pero ya se había ido. Maldición, la había perdido. Por algún motivo, decidí ir a la biblioteca. Quería leer mi libro favorito y, sin esperarlo, mis manos chocaron con las manos de aquella chica. Y cuando habló... Dios mío, era una de las voces más atractivas que jamás había escuchado. Era...

 

- Era yo - lo interrumpí por fin - el día que nos conocimos, era el día que se iban a casar... era yo.

 

Mis ojos se abrieron de par en par, sorprendida por su revelación. No podía creerlo. Mi corazón latía con fuerza mientras procesaba la información.

 

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Capítulo 42: El pasado es pasado

 

Narra Brenda

 

Estaba profundamente sumida en mis pensamientos, tratando de comprender todo lo que estaba sucediendo. Me sentía confundida y perdida.

 

- Era yo... - repetí.

 

- Sí, Brenda... eras tú - respondió.

 

Quedé en silencio, recordando todo lo que había sucedido ese día.

 

- ¿Tú? ¿Tú aún la amabas a ella cuando me conociste a mí? - no podía encontrar las palabras, respiré profundamente y continué - ¿Yo soy solo un consuelo para ti?

 

- No, Brenda, te amo... pero ella fue una parte importante de mi vida.

 

- ¿Y yo soy solo un premio de consolación?

 

- No, pero tú me ayudaste a olvidarla.

 

No pude contener las lágrimas y comencé a llorar.

 

- No, Brenda, por favor no llores. Lo último que quiero es verte así. Oh, por Dios, es mi culpa. No llores.

 

- No, no es tu culpa - dije mientras me secaba las lágrimas con las manos -. Esta fue mi decisión. Yo quería conocer tu historia. Y no pienses que estoy mal... es solo que son muchas emociones juntas.

 

- ¿De verdad? ¿No estás enojada?

 

- No, no estoy enojada - mentí, no solo a él, sino también a mí misma.

 

- Quiero que sepas que te conté esto porque es parte de mi pasado, pero eso no cambiará nada entre nosotros. Te amo... el pasado es pasado.

 

- Yo también te amo... demasiado.

 

Me miró e intentó animarme, tratando de sacarme una sonrisa.

 

- Entonces ven, ya no quiero verte así - dijo mientras me tomaba de la mano y me llevaba al sofá.

 

Yo fingí estar bien, aunque mi mente estaba en otro lugar, o más bien, en otro momento: el día en que nos conocimos. Él quería ver una película o hacer algo juntos, pero yo había perdido todo el ánimo.

 

- Alan, lo siento, ya no estoy de humor para hacer algo. Tengo que irme.

 

- Pero... pensé que pasaríamos la tarde juntos.

 

- Lo siento, también olvidé decirte que tengo mucha tarea. Nos vemos después, ¿sí?

 

- Está bien... - dijo seriamente y luego me acompañó hasta la puerta.

 

- Brenda... ¿Estamos bien? - preguntó.

 

- Sí, no hay ningún problema entre nosotros.

 

Él intentó besarme en los labios, pero por alguna razón no lo permití. Me sentía extraña, confundida. Moví la cabeza y su beso aterrizó en mi mejilla. No esperé a que dijera algo más y salí corriendo de allí hasta llegar a mi auto.

 

Conducía lentamente, perdida en mis pensamientos. Le había dicho a Alan que no estaba enojada, que esto no cambiaría nada entre nosotros, pero me sentía extraña, confundida. Me resultaba difícil comprender que él hubiera estado en una relación más seria antes de conocerme, me dolía saber que me conoció y me besó cuando aún amaba a otra chica... Estaba muy confundida y solo quería llorar.

 

Sentía que necesitaba desahogarme con alguien, así que sin avisar fui a casa de Anabela. Por suerte, ella abrió la puerta.

 

- Amiga, ¿qué pasa? ¿Por qué estás así? - preguntó preocupada.

 

- Alan... iba a casarse el día que nos conocimos - dije llorando -. Él estaba comprometido.

 

Ella me abrazó y luego me llevó a su habitación, donde continué llorando mientras le contaba todo lo que había sucedido con Alan.

 

- No sé qué es lo que más me duele, que no me haya hablado de ella o que nuestra relación comenzara justo después de que terminara con ella. Siento que fui un juguete para olvidarla... Me siento como un plato de segunda mesa.

 

- No creo que él te haya hablado por eso. ¿Has pensado que tal vez se enamoró de ti a primera vista? Quizás gracias a ti pudo olvidarla.

 

- Eso no cambia el hecho de que me lo haya ocultado. Es una parte esencial de su pasado y él decidió negármelo.

 

- Tienes razón en eso, pero también piensa que no hay necesidad de preocuparse. Tú eres su presente y, por todo lo que me cuentas y lo poco que puedo ver, ustedes tienen una relación maravillosa. Tú eres feliz con él y apuesto a que tú eres lo más importante para él. No entiendo por qué tienes que preocuparte ahora. Ella ya ni siquiera está en su vida... ella es su pasado, tú eres su presente.

 

Al llegar a casa, con todas esas cosas dando vueltas en mi cabeza, me sentía confundida. Era un torbellino de emociones, un tornado de sentimientos, una cascada de lágrimas. Escuché voces y risas en la cocina, así que fui allí y encontré a mis padres besándose, como cuando estaban juntos. Un escalofrío me recorrió.

 

- Mmmm, ¿qué capítulo me perdí? - interrumpí.

 

Ellos se separaron rápidamente cuando me vieron.

 

- ¿Están juntos de nuevo? - pregunté.

 

- Hola, hija - me saludó papá.

 

- ¿No van a responder mi pregunta? - insistí.

 

- Brenda... esto es algo que tú no podrás... - dijo mi mamá.

 

- ... ¿No podré entender? - interrumpí -. Mamá, no me trates como si tuviera 8 años, porque ya no los tengo... me da igual si están juntos de nuevo. Solo te pido, papá, que dejes de decir que regresaste porque quieres estar al pendiente de la familia... dejen de mentir.

 

Me di la vuelta y me fui casi corriendo a mi cuarto. Lo de Alan y esto era demasiado para un solo día. Subí a mi habitación y, a los pocos minutos, mamá también subió. Estuvo en mi cuarto. Al principio, estaba enojada con ella, pero luego me explicó lo que estaba sucediendo con papá. Al parecer, querían darse otra oportunidad. Yo fingía escucharla, pero en realidad pensaba en otras dos personas: Alan y Laura, o más bien, Alan con Laura.

 

- Mamá, te agradezco por venir a hablar conmigo. Discúlpame si fui muy dura... pero estoy muy cansada y quiero descansar.

 

- Claro, cariño. Te dejo dormir... Te amo, hija.

 

Mi mamá salió de mi habitación y yo intenté dormir, pero todas las imágenes de Alan con Laura seguían apareciendo en mi mente.

 

Al día siguiente, no tenía ganas de conducir, así que mamá me llevó a la escuela. Había pasado toda la noche pensando y había llegado a una conclusión: iba a dejar de darle importancia a todo este asunto y dejar de pensar en ello, tal como Anabela me había aconsejado. Además, Alan me había dicho que me amaba y que yo era su presente, así que decidí confiar en él. Haría como si no me hubiera enterado de nada.

 

Al llegar a la escuela, no encontré a Anabela. Fui sola a mi casillero y cuando me giré, ahí estaba Alan...

 

- Hola, Brenda.

 

- Alan.

 

- ¿Podemos hablar en un lugar más privado? - dijo seriamente.

 

- Sí, seguro.

 

Alan me llevó a su salón, entrecerró la puerta y se sentó al borde de su escritorio. Yo me senté en la paleta de la banca.

 

Respiré profundamente y antes de que Alan dijera algo, hablé primero:

 

- Alan... escucha, estuve pensando y creo que todo este asunto de Laura debería quedar...

 

- Justo de ella quiero que hablemos - me interrumpió.

 

No era algo que quisiera escuchar.

 

- ¿Qué pasa? - pregunté.

 

- Ayer... después de lo que pasó... ella... después de que hablamos... - comenzó a tartamudear - ¡Yo hablé con ella! - dijo finalmente.

 

Yo me quedé mirándolo en silencio. No supe qué decir.