jvnavarro

ENTRE MONTAÑAS DE ALGODONES

 En los ocasos de los días 
los jardines con sus aromas y flores 
continuarán siendo lo único que quede,
tan tenue todo en la boca de la muerte,
seguirán floreciendo las pasiones
en brazos de quienes se quieren.
 
Atrás permanecerá la huella imborrable 
de nuestro paso por la vida, 
aunque está solo sea un recuerdo
en las vivencias de algunas gentes,
las más cercanas, los amigos,
otras los familiares, 
habrán evocaciones,
siempre, 
a pesar de que el tiempo 
que todo lo reconduce
se llevará lo que resulte como palabra 
 en la punta de los dientes,
después el olvido,
y aquí si que todo desaparece.
 
Mirando el atardecer con sus sombras,
creo verme en alguna de esas montañas 
de algodones que van y vienen,
 de aquí para allá 
buscando corrientes de aire,
para seguir siendo en los ojos 
de quienes miran esos cielos cambiantes
 una pregunta o deseo, 
un ruego o una maldición muy latente 
es lo que desea este instante
aquí labrado con reja de hierro.
 
Quiere siempre 
el que sobre  esto escribe
 que del surco 
donde una semilla revive
 nazca un árbol frondoso, 
que de buenos frutos 
y que estos sean de sabor agradable.