Si en algún beso febril
Tú me entregaste el alma,
Ya la mía es entregada
en una caricia insana;
Caricia que no te ofende
ni perturba tus mañanas,
Pétalos sobre la cama
y sábanas que se encienden.
Besos y caricias mutuas
que la voluntad sojuzgan
y nos calcinan el alma.
No se conciben permutas,
pues eternidad procuran
cada dichosa mañana.
(VOZ DE TRUENO)