Νούφαρο

Alpheratz (α Andromedae).

Arránqueme, 

súbame,

bájeme,

Béseme.

lámame, 

cómame.

Rómpame,

quémeme

ámeme.

Déjeme condensarme en usted, 

seamos una, 

solo una…

   

La voz del deseo nuevamente hablando, 

la insensatez y la locura.

Me desespera, 

me asfixia, 

me ahoga,

me quema;

hacen que suspire,

me sonroje, 

la desee,

la invoque.

 

No es solo imaginación mía

de verdad que lo puedo jurar.

La razón no me engaña 

cuando explico 

el cómo sus manos empezaron a sudar,

sus labios a palpitar,

ese par de ojos claros

no sabía ni cómo parar

de verdad que lo puedo jurar.

 

Siento que solo son tonterías 

que esto es obra de palabrerías 

o tal vez, 

solo un montón de habladurías

pero el antojo me sale hasta por los poros 

y ya no termina siendo solo cosa mía.



Se está arrancando los labios con los dientes.

Toca sus piernas como si fueran las mías. 

Se le escapó un suspiro. 

Está agitada.

Traga saliva.

Está inquieta.

Se sonroja. 

Está encendida.

Le está pesando hasta la vida.

 

Ya no más, por favor

Te pido que hagas silencio 

mente sucia y perversa,

pervertida y siniestra.

Definitivamente loca he de estar,

loca, loca, muy loca… 

 

Pero por la forma en que me mira y luego se toca.

Por la manera en que me tocó 

y luego se tocó.

Solo es un vestido negro, señora, 

contrólese por favor.

 

-Niña, niña, niña

Esta maldita niña me enloquece.

Tiene las vestiduras muy pegadas al cuerpo.

Los labios deshidratados, 

los tiene secos.

Tal vez pueda besarla, 

palparla, 

tocarla, 

rozarla, 

lamerla, 

amarla-.



Escuchaba sus pensamientos en mis adentros. 

Podía saber sus ideas, 

palpar sus deseos, 

sentirla sin que estuviera, 

no callaba sus anhelos ni por un momento

su susurro, 

su voz, 

su aliento, 

su risa,

su cuerpo

Dios mío es ella, 

tiene que ser ella.

 

 

-Debería acercarme un poco

para saber a qué huele;

llevarme su perfume esta noche a la cama,

sentir cómo a mi lado duerme,

cómo me toca, cómo me besa, 

cómo me muerde. 

Sentir sus latidos, 

palpar sus suspiros,

escuchar los gemidos.

¡Necesito que ella sea mi abrigo!

Quiero sentir sus dedos, 

sus uñas, su cuerpo.

Satisfacer mis deseos,

los suyos,

la quiero...

Por amor a Dios 

¡¿Qué es lo que estoy haciendo?!

 

Tenía su aliento en mi cuello,

sus manos en mi cuerpo,

su voz en mi oído,

sus dedos rozando el centro.

Era ella de manera omnipresente, 

omnipotente, 

que manera tan influyente 

de controlar a este ser humano ardiente.

 

No más, 

No más, 

No más.

Juro que no aguanto más. 

 

Cerré los ojos, 

me dejé llevar.

Era la guerra o era la paz

y la verdad es que libido

siempre ha de ganar.

 

-¿Dónde estará el cierre de su vestido?-

Venga,

se lo diré al oído.

 

-¿A qué sabrá su piel? 

Ha de ser dulce como la miel, 

saber a fresas con chocolate 

¿Podré probarla? 

¿Besarla? 

¿Morderla? 

o ¿Comerla?- 

Usted tiene el poder de hacer lo que quiera, 

haga lo que más desea.



-Podría sentarla sobre el escritorio, 

levantarle las telas hasta la cintura, 

perder la cordura

probar el sabor amargo

o, tal vez

ser parte de su dulzura.

 Es una necesidad humana

la que me desconcierta 

escuchar cómo esta niña 

gime mi nombre entre sus piernas-.

 

 Digalo, ¡Dígame!

Solo hace falta que usted lo diga.

 

Su carne me llama

pero no escucho su voz, 

se ha quedado sin ella, 

y con un nudo en la garganta 

y perdida 

y completamente ajena de usted está.

 

Se esconde entre los hombros, 

extraña, sincera, desnuda, callada.

Trata de silenciar sus pensamientos 

huyendo de ellos, 

aplastándolos con el juicio, 

la razón y la coherencia

“solo es una niña” - le dicen.

“pero que buena está”- le contestan.

 

Ha dejado sus letras entre los dientes, 

el deseo le puede más, 

el cuerpo se mueve solo 

y eso no lo puede callar.

Sus poros y sus cabellos

me llaman, me gritan, me piden, me exigen.

 

Escucho todo lo que piensa, 

sus caprichos y su empeño.

Siento sus manos en mi cuerpo.

 

Que tonta como se le esconden las palabras en la boca,

 piensa que no me he dado cuenta 

de lo deseosa que está de ver 

lo que esconden mis capas de ropa.

 

¡No, no, no, no!

Seguro soy yo nuevamente perdiendo la cordura.

Estoy tan fuera de mí,

perturbada, ida, enloquecida. 

Se hace presente mi imprudencia,

mis ganas de que me toquen y me besen 

que veo cosas donde no las hay. 

Sí, tal vez solo es que loca he de estar. 

 

-Si pudiera acercarme solo un poco…

solo un poco…

un poco más...-

 

Por favor no,

no empecemos de nuevo…

 

...Encontró el camino.

La sangre y la humedad

se lo habían dicho:

ella ya lo había recorrido.

 

No se detenga

Siga

Así

Ahí

Ya casi…

 

Un suspiro se me escapó.  

Ella lo escuchó. 

Abrí los ojos.

Me miró. 

La miré. 

-¿Te gustó?-

Con locura me encantó. 

 

Sí, 

Desquiciada he de estar

Y mojada

Y húmeda, 

Y con unas inmensas ganas de gemir y de gritar.

 

Por, Νούφαρο.