Cariátide nocturna
la higuera insinúa
un infierno de ramas invernales,
déjà vu clavado como calendario
en aquel desván
iluminado por una avispa de oro
que flotara
en la infinita estación marciana
que ahora es
nuestro anima mundi.
Y a veces
el milagro,
dedos clarividentes
que cosechan músicas
de un saco sin fondo,
Fuego de ámbar
entre las ruidosas branquias
del espejo,
donde arrojar el viento
de mi sangre,
para renacer inconfesable,
con el dulzor suicida
de la gramática del ojo
que sobrevuela
los tácitos quehaceres,
contra la lógica criminal
de toda ley del silencio
como salvaguardia social.