Anoche me escribió mi madre,
me pidió que orara por el abuelo,
ella y todos en la familia
sabemos que Lázaro
quiere irse a descansar.
El milagro que pedimos al cielo,
no es que lo sane, sino que lo acoja,
sospecho que él desconfía
que lo dejen descansar.
Mi abuelo Lázaro fue aserrador
desde que era un niño,
hasta que se hizo viejo,
en la montaña peleó con el tigre,
-como él llamaba al jaguar-
y conoció la fragante dureza del roble,
además del peso y la gloria
de una descendencia numerosa.
Mi abuelo quiere descansar,
pero, tal vez teme escuchar una voz
que lo llame y le diga:
¡Lázaro, ven fuera!
Ese es el riesgo de ciertos nombres.
Alexander Elías2024
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