Oración de un penitente
Clamando estoy a ti, a ti ¡oh, Señor mío!
Por todas las angustias que te he dado,
por toda mi agonía y mi pecado,
que causan de repente un desvarío.
Señor, dame las fuerzas como un río
y toda aquella gnosis que he buscado;
y quítame las vendas del pasado
sanando las heridas y el hastío.
¡Perdón por ser rebelde a tu estatuto
siguiendo muchas veces, egoísmo,
perdón, Señor, por todo ese atributo!
¡Perdón por no saciarme de ti mismo!
Te ruego que me guíes, absoluto
y aparta de mis ojos el abismo.
Samuel Dixon