Cada una de las etapas de mi vida
tienen un recuerdo suyo
y eso en verdad no es nada extraordinario
usted lo sabé tan objetivamente
como yo.
Sin embargo hay algo que aclararle
cuando digo todas las etapas,
no me refiero a esto de ahora
a esto de buscarla
y aleluya encontrarla
y mejor dejar todo como estaba
y volver a saber de usted
y que bien poder verla
y ojalá nada más...
No me refiero sólo a que de pronto
digas \"hola\"
y yo con un discreto nudo en la garganta
bueno \"hola\"
y que un lindo aguacero invisible
nos empape.
Ni me refiero sólo a que día tras día
pueda aumentar el inventario
de nuestras pequeñas
y decisivas complicidades,
o que yo pueda o creerme que puedo
convertir mis errores en victorias
o solo me hagas el dulce regalo
de su más reciente emoción; ¡no!
El asunto es muchísimo más grave,
cuando digo todas las etapas
quiero decir que además
de ese ameno cruce de miradas
también estas reescribiendo
mi infancia,
esa edad en que uno dice cosas adultas
y solemnes
y los solemnes adultos las celebran
y usted en cambio sabé que eso no sirve.
Quiero decir que estás rearmando
mi adolescencia,
ese tiempo en que fui un viejo
cargado de recelos
y usted sabé en cambio
extraer de ese páramo
mi germen de alegría.
Quiero decirle que hoy estás
abrazando mi madurez
esta mezcla de curiosidad y experiencia
este extraño confín de angustia y nieve
esta candela que iluminó la muerte
este precipicio de la etérea vida.
Como ves es más grave,
muchísimo más grave.
Porque con éstas
o con otras palabras
quiero decirle que no eres
tan sólo la hermosa mujer que eres,
sino también las espléndidas
o cautelosas mujeres
que quise o quiero
porque gracias a usted descubrí
(dirás \"ya era hora y con razón\")
que la vida es una bahía linda y generosa
que se ilumina y se oscurece
según vengan las mareas,
una bahía donde los barcos
llegan con tesoros y augurios
y se van con sueños y nubarrones,
una bahía linda y generosa
donde los barcos llegan
y se van...
Pero usted
por favor,
no se vaya.