Recostada en las rocas de la Ísole Li Galli
serena meditabas en tu oceánico hogar.
El viento despeinaba tu melena volátil,
tu rubia cabellera rizada como el mar.
¿Qué soñabas entonces bajo el sol del Tirreno?
¿Qué imágenes tornaban tu memoria a ocupar?
¿Acaso la progenie del pueblo sarraceno
que fue de Semiramis Babilonia a fundar?
Tu mirada retiene misterios abisales,
ignotas maravillas de la profundidad.
Eres excursionista transitando corales,
y eres sabia y prudente con tu humana mitad.
Psicopompa, de todos las almas que salvaste
del desastre marino, del naufragio brutal,
de todos esos hombres que espiritualizaste
¿Hubo alguno distinto, hubo alguno especial?
Amarrado a mi mástil, quiero escuchar el canto
de tus míticos labios que no me han de besar.
Ajena, inalcanzable, con mis ojos en llanto
quiero ver ese cuerpo que nunca he de tocar.
Tal vez en la distancia tus ojos me advirtieran
en un instante eterno de borrasca y de sal
y a través de las olas tu cuerpo de quimera
comprenda la medida del amor de un mortal.