Silencio liviano, silencio en cascada.
Quieren navegar tu río.
Deja pasar a los poetas.
Aquellos que ves en la rama
trinando en rulos del aire,
revueltos en la composición,
cuyas alas empujan el viento
para que repose el verso en tus oídos.
Silencio débil, silencio agitado,
no puede abrirse a tu río el golpe musical.
Desvanece pálido bajo las pestañas,
que quema la debilidad por el insomnio,
que trina y se desata espiral con el soplo
y el murmullo de otro reino lo retira.
El silencio que queda en ese espacio desoído
es el grito de los poetas.
No pueden acallar sus emociones.
No pueden.
No pueden entregarse a un canto impersonal.
La voz le crece a pesar del ambiente
y viaja por lo auténtico a través de la vibración
de todo el cuerpo que convulsiona de sentido.
Dime que puedes escuchar el grito de los poetas.
Dime que puedes.
José Luis Galarza (Calchaquí, Santa Fe, Argentina: 2019)
Pintura: \"El grito\" de Oswaldo Guayasamín (1983)