Mira como cubre con su manto de hojas escarchadas la tierra rojiza que pisamos, una cáscara de encina ladeada dejó contener la llovizna de la noche. Los pasos a medio caminar hacen crujir los troncos semi-esparcidos al pisarlos. La brisa te impulsa a volar sin alas, con los ojos alzados contemplando el azul claro del cielo y se posan en las deslizantes nubes blancas de algodón.
La luz de la mañana me deja acurrucarme en sus destellos brillantes y sigo ahí escondida, bajo un leve soplo de viento acariciador.
Mira como despliega el amanecer su serena belleza con sublime modestia sin presumir de nada.
Tengo una mirada pendiente, con alma serena de leer y contemplar el paisaje que me rodea.
14/01/24