Vas creciendo, tus manitas poco a poco se hacen más grandes que las mías, ya no cabes acurrucada en mi abrazo, ni pides que te lea un cuento a la hora de dormir.
El amor que te tengo, configura en mi pecho el modo alerta; cómo explicarte que temo por tus lágrimas, que tu corazoncito partido haría trizas el mío y que aunque imposible e innecesario, quisiera una eterna sonrisa en tu rostro.
Cómo te digo, alma mía, que aunque deseo verte crecer, temo por tu contacto con el agreste mundo, que quiero protegerte hasta de la brisa más suave y que envolverte en plástico de burbujas ya no me parece una idea tan descabellada.
Hoy que es tu hora de salir de la crisálida, sólo espero haber puesto en tu mochila los besos suficientes para que vueles libre y regreses siempre amada.