El cielo se veía muy triste, cuando me dieron aquella noticia.
Dediqué mis tardes a observar tu rostro,a mirar la facilidad con la que el sol acariciaba tus mejillas.
Le tenía mucha envidia.
Acomodé mis días a extrañarte.
A invertir mi tiempo junto aquel ventanal de ese triste hospital.
No perdí, ni un solo día, la nostalgia de tu hermosa sonrisa.
Como en cada tarde, compré tus flores favoritas, de esas amarillas, de esas que siempre compartías.
Anhelando tu despertar,que me volvieras a llamar,que me miraras, que me dejaras apreciar una una vez más las puertas de tu alma.
Y desde que se esfumó tu voz, todo, dentro de mi...
murió.
Cuando te fuiste de aquí, con un millón de sonrisas, cuando te llevaste mi alma, allá, al otro lado del mar de cristal que en el cielo habita.
- Mel