jvnavarro
UN AMOR DE CELULOIDE
En un crepúsculo,
Drácula todavía dormía
y el hombre lobo jugaba
a las canicas,
noté de forma muy permisiva
que ella me miraba
y en ello mis ojos
en ella se detenían
y la desnudaban
de abajo hacia arriba.
Primero fueron los botines
color melocotón en almíbar
con sus tacones de aguja,
después las medías con su suave textura,
vinieron las bragas,
ya el corazón me latía
de forma desmedida
y enseguida,
ya alterado,
en mi,
mi alma de amor poseída,
me había olvidad
de quitar con las prisas
la falda y la camisa,
el suéter
y el sostén y del resto
de complementos
que hacen que el amor se resista
a primera vista.
Y lleno de un clamor
que en el alma agitaba
buques escollados
en bajas mares y marismas,
apagué el televisor
y me fui a dormir
llevando en un plato
una raspa de sardina,
un par de pastillas
para la tensión
y un elevado exceso de azúcar
que combatía
con mucha agua
y paseos de rutina,
todo acompañado de una aspirina
de esas que hacen que fluya
la sangre más liquida.
Si alguno de ustedes
nota en este poema
sexo y envidia,
ya sabe que de dichas
la más virtuosa siempre es aquella
que cerca está de uno
y con solo tocarla
el amor alivia,
así que dejémonos de cuentos
y exceso de películas
y vayamos al grano
que esto se termina.