Me estoy acostumbrado
a este martirio,
que llegó de pronto
para hacerse delirio.
Me estoy adaptando
a este lúgubre canto,
que se vuelve llanto
en luctuosos ratos.
Me estoy aclimatando
a este realismo mágico,
que deja de serlo,
cuando hablo y sonrío.
No quería que ocurriera.
Tenía la esperanza
de que volviera,
más los actos hablan,
se expresan,
y respondo a mi manera.
El devenir insólito
y cotidiano
araña un preterito
pleno de amor y logros.
Ese lírico ayer voló,
se esfumó
y en el contexto del adiós,
la zafra cesó.
Mientra tanto vivo
el despecho en silencio,
sin rockolas ni boleros,
sin milagros ni afectos.
Si por por mi fuera
no estuviera viviendo
esta cruel pena
en mi otoño,
cuando me preparo
en otras esferas.
En tiempos lobregos,
la vida en su discurrir
abre alternativas.
La opera y la obra,
comienzan.
Se abre la función
y se cierra el telón.
Por mi nada fenece,
sí, por dramas absurdos
que en momentos oscuros
merman el futuro.
No hay escapatoria,
abolido el pasado,
Nace la nueva historia
que marcará el ahora,
inspirado en la aurora