Tu aliento me alcanzó en una esquina,
acompañado del beso que con mezquina
mirada se negó a que pudiera acariciar
con mis labios tus labios de hermosura.
Tu aliento me arrulló con una ternura
de mujer que sabe amar desde la altura,
pero el beso se volteó y me dio la espalda
como el mañanero día se lo da a la noche.
Y tomando otro rumbo como el viento
en pleno abismo me dejó en desaliento
y sin la esencia del bello amor sublime
entono mis poemas que hoy te canto,
más ese día se perdió en esa esquina
la ilusión de mi más grande pasión
entre una muy triste desesperación.