Te recuerdo, te recuerdo
y lo digo sin engaños
pues a veces, raras veces,
vienen los recuerdos vagos
de tu piel color trigueña
y tus ojos verdes claros;
de tus labios que sedientos,
los veía anacarados;
y el suspiro siempre alegre,
como alegre era tu canto,
proveniente desde el alma
con sentir enamorado.
Pero digo, siempre digo,
recordarte no es extraño
si en mi mente tu silueta,
se quedó como retrato
dibujado sobre un lienzo
que de ensueño se ha pintado
y el retrato sigue limpio
pese al paso de los años
que se van y no regresan
salvo si voy recordando.
Te recuerdo, te recuerdo,
pero muy de vez en cuando,
cuando llueve por las noches
y se escucha en el tejado
ese golpe de las gotas
que del cielo van bajando;
o si liba un pajarito
en las flores de amaranto
del jardín que aún existe
y que juntos cultivamos;
o si salgo de paseo
y los cerros voy oteando;
o si voy en carretera
y me paro por el canto
que produce un lindo río
que me encuentro cuando paso
y el recuerdo se aparece
aunque esté el cielo nublado
porque a veces siempre llega,
sin permiso, sin retraso.
Te recuerdo, te recuerdo,
pero estás en el pasado
y te alejas con el tiempo
que no pasa nunca en vano,
porque cura las heridas,
las heridas que quedaron
y ese bálsamo que luego
otras flores fueron dando
con caricias y ternuras
y aplacaron mis veranos.
Y en recuerdos, te recuerdo,
(y aunque no soy escribano)
en el libro de la historia
está escrito ese pasado
como parte de la vida
que imposible es ya borrarlo
pero puedo asegurarte
que es capítulo cerrado.