En el crepúsculo de tus ojos, Luisa,
se esconde la tristeza de un suspiro,
como un lamento suave que susurra,
entre las sombras, nuestro delirio.
Tus labios, pétalos de rosa,
guardan secretos en su dulce encanto,
melancolía que en su esencia posa,
un eco suave de un amor en llanto.
En el silencio, se cruzan miradas;
nuestros destinos entrelazados
son hojas de otoño enamoradas,
bailando juntas en sueños guardados.
La luna, confidente de este duelo,
refleja la nostalgia que nos une,
en cada rayo, un anhelo tierno,
como susurros de un amor que huye.
Tus manos, suaves como el rocío,
tejen historias en la piel perdida,
un lazo etéreo, un tierno desvío,
donde la melancolía es bienvenida.