Hay lágrimas detenidas,
cansadas de esperar para ser vertidas,
acompañadas de penas mustias,
de soledades esparcidas,
sobre un nombre olvidado,
desterrado de su alma,
junto al silencio que aprisiona
como sarcófago de los días,
royendo los años con dudas,
con los juicios que consumen las velas,
dejándonos postrados en el miedo,
entre las ausencias que muestran lo insufrible.
Hay lágrimas cansadas de esperar pacientes
encima de suspiros acosados por el olvido
cubiertas de dudas que desnudan la razón
hasta hacemos plañir sin lágrimas
cubriéndonos de sombras.
Sombras que nos abrazan con engaños
entre mudas melancolías
que pretenden mutilar los días
poniendo fin a nuestra edad
a la espera de las lágrimas.