Fue en aquel paseo de montaña
con la brisa mañanera
cabalgando con el viento.
Llegamos juntos hasta la loma fría,
bañada por las aguas cristalinas
de aquella hermosa cascada.
Tantos recuerdos de ella
se pasean hoy por mi mente
en este andar de peregrino.
Su sonrrisa nunca olvido,
ni aquella canción de amor
que juntos entonamos
con acordes entrecortado
cual guitarra enamorada.
El cantío de los pájaros del bosque
y el grato e interminable sonido de cascada
nos invitaron a aquella entrega. . .
Fue cuando su alma y la mía se abrazarón
en el silencio de los árboles y flores,
no hubo roce corporal, solo aquella entrega norctunal
en un ambiente tropical cuando nuestras almas
se abrazaron y se entregarón
con el más hermoso Y puro amor.