En una rocalla lirios y violetas
en otra cactus y grasas
bajo tierra se aman
como los amantes, juegan.
El sol bendice tanta riqueza
en los altares de la providencia
quise jugar
y aposté fuerte.
Tu cuerpo era un jardín
y yo una flor de primavera
y juego con tus caderas.
Déjame perfumar tu cuerpo
con esa fragancia de lirios
que alimenta el alma
y a las golondrinas ahuyentas
con tu belleza.
Acógeme en tus senos
de rosa que quiero marchitarme
con ellas, en ese río de pecado
al que me llevas.
Volar sobre tu vientre con pétalos de jazmines
blancos, relucientes, de cuento de hada
en un mundo de fantasía hiriente,
con los ruiseñores picando en el
ombligo de mi deseo más candente.
Mis madreselvas enredadas
en tus piernas, acariciándote,
como el sol acaricia a las estrellas
o el arcoíris, en oscuridad se convierte,
cuando me tienes tan cerca.
Luces de estrellas decoraron mi jardín
dando luz a la cueva tan sedosa,
tan reluciente, tan fresca, como el agua
de los manantiales que te riegan.
Entonces se hizo la luz en la oscuridad,
rayos y truenos descendieron
y se produjo la catarsis del jardín y mi cuerpo;
en un acto de amor y bendición
que se vive en el cielo con anhelo.
Las semillas florecieron,
y nosotros vivimos en el jardín del amor
en la eternidad de los tiempos