A nadie pregunto de dónde viene,
ni tampoco el destino que prefiere,
a nadie le requiero lealtades,
ni tampoco asentir a mis deseos;
a nadie le registro los bolsillos
buscando el carnet que lo encasille,
a nadie dibujo en un afiche
que anuncie su presencia en este mundo.
No prodigo amor a mis amores
ni halagos lisonjeros de mis versos,
prefiero la humildad a la arrogancia
cuando el cielo me cede algún soneto.