Gustavo Cavicchia

Fentanilo.

Un océano crepuscular
va dejando palomas muertas,
con la misma persistencia
que tiene un perro ovejero
al traer una pelota roja
al borde de unos pies descalzos.

Sobre la arena húmeda
de aceite y de petróleo
se preguntó:

-¿por qué tantos pájaros
yacen
bajo mis pies desnudos?-

Él siempre había creído,
que en la costa
sólo habían gaviotas
o pelicanos.

Disfruto por un momento
de ese ardor dulce y meloso
que deja en la piel picosa
el fentanilo.

Después de un tiempo,
que era eterno,
volvió a sentir los ecos
de otro océano
bajo su piel que ardía
de cangrejos y

cuervos degollados
con cuencas oculares vaciadas
en la gélida playa;
negros,
espesos como el petróleo
de otro nuevo y
 
aterido anochecer :
sin ninguna luz ya
en las pupilas abiertas
de estar muerto.
 
(18.01.2024)