Me despedí de ti dulcemente
con un beso cibernético muy suave
en el sitio de tu anatomía que mas te gustase;
me fui como las estrellas errantes
a buscar nuevos paisajes resplandecientes,
en ese lugar mágico de los cuatro amaneceres
donde te pincelé irisaciones con lucecillas de colores.
Alcancé la íntima morada del refugio de mi alma
cuando mi espíritu se sintió enorme en medio de tanta savia nueva;
reiné en los árboles del \"bosque de los sueños\"
pero me notaba sólo en medio del olvido,
hasta que un ave me trinó noticias de tu estrella
y su pico me trajo suspiros de tus besos.
Entonces, este corazón que guarda tantas soledades
tus ojos verdes \"recordó al recordarte\".
Tus labios los sintió cómo caricias ardientes,
que luego eran labios abiertos en los misterios de mis cuatro noches,
y entre crepúsculos sensuales que aliviaban mi cansancio,
voladoras fantasías me llenaban de dichas infinitas.
Te soñaba de muchos modos y maneras,
sentía que tu eras montaña y yo llanura,
que tu eras el camino, yo tu huella,
tu la mañana, yo la noche,
tu en mis brazos, yo en los tuyos
hasta que llegábamos al \"climax\" del beso más profundo.
Los dos distintos pero juntos.
Sin final ni principio.
Mas allá del tiempo.
Tu mi vida y yo tu destino.
Dos corazones latiendo al unísono.
Un todo indivisibre,
y al final, al final el éxtasis,
justo momento en que mi sueño alcanzó
el séptimo cielo.