Del eco de tus pasos brotan las palabras,
como incesante dilatación del lenguaje,
que ensancha la fe,
como un cántico de sol,
cuando te acercas a mí.
Y mis manos se bañan de tu luz,
y mis ojos miran al cielo,
para contemplar tu rostro,
con el significado de infinito,
sobre mi trémula piel,
que despierta bajo el azul,
queriendo ser tus labios,
queriendo recibir tus besos.
Se que soy el verbo,
que se conjuga en tu vientre,
como prolongación de la lealtad,
que se convierte en dogma,
cuando me entrego a ti,
una vez y todas las veces,
e invento los susurros,
que se transforman en versos,
sobre un trozo del aire,
donde te miro y te tengo.
Palabras sin linaje
para acariciar las aguas,
que brotan de tu cuerpo,
aquietando la sed,
cuando rozan mis labios.
Palabras sin acento,
que talan mi sangre,
descarnando mi pecho,
hasta hundirme en tu esencia,
como olivo sagrado,
que procrea los credos.
Palabras de amor,
de deseo y entrega,
cuando te abrazo en el lecho,
te acaricio y te tengo.