He sido siempre nadie,
nadie en el comedor o en la cocina,
nadie que tome la pelota en sus manos
y se lance a conquistar la meta.
Un ser tan nadie de interior a afuera,
sin flores colgando de un alero,
un nadie de tiempos donde la noche fría
aumenta la soledad
de los recuerdos.
Ser nadie disemina mi esperanza,
de lo lejos más cerca
o más tranquilo,
y me resguarda de un viento,
que sin rumbo,
pueda borrar las huellas
de mis pasos.
Gozo ser nadie;
no me ven
cuando me escuchan,
no me sienten
cuando río
o me lamento:
soy el hálito sin fin
que se desecha
por el mejor camino
de unos pasos sin rumbo.
Gozo ser nadie,
porque no le debo a nadie,
ni la virtud de negar mi realidad,
o el consumir en horas de silencio
la soledad que me abraza
cuando lloro.
Nadie de día,
nadie de madrugada,
nadie por lejos
cerca, o necesario:
una definición de humanidad
tranquila
que no le roba la paz
a los que existen.
Siempre nadie
por nadie y sin censura,
vivo feliz
y sin regaños.
Si me comprendes,
y sabes donde vivo,
ven a ser nadie conmigo
y los dos juntos
en el vacío
buscaremos compañía.