Soy otoño y la tristeza me invade
al llegar el umbral del frío invierno
ya sin hojas en mis árboles
marchitos y desabrigados
necesitan la manta para no pasar frío.
Los pájaros ateridos, sus plumas
dejan crecer para hacerse un abrigo;
Las serpientes buscan su roca de olvido
donde pasar la noche más larga, sin escalofríos.
Húmeda melancolía en las ventanas
dejando caer las lágrimas
que el rocío ha vertido
en sus transparentes cristales.
Praderas amarillentas, flores marchitas
cielos melancólicos, oscuros;
las nubes viajan a lomos de un caballo
en el escenario del tiempo.
Bosques de cobre con hadas encantadas,
riachuelos que ríen y retumban con su panza
al caer por la cascada,
Los árboles lloran al ruido de las motosierras,
les quitan sus hijos, sangran sus brazos,
desnudos se quedan.
Mar enfurecido, peces de plata
barcos que bailan al son de una montaña
de espuma y, los vaivenes de tango
en sus deliciosas noches, cuando llega el ocaso
del día y, se despierta la luna.