(Romance Alejandrino)
Quizá nunca lo sepas que en estas calles frías
cabalga por mis labios la esencia de tu beso.
No, ni te lo imaginas que sangra el solitario,
el caligrama rojo que describe sus sueños.
No, ni te lo imaginas que en estas negras horas
me acaricia con saña el sabor de tu cuerpo.
Ay, pobre solitario que le implora a la noche
que le traiga ya pronto lo más dulce y lo terso.
No, ni te lo imaginas lo que miran mis ojos,
lo que sienten mis brazos, mi dolorido pecho.
No, ni te lo imaginas, pues mansamente tuyo
soy ave de tus cielos, de tu boca y tus senos.
Quizá nunca lo sepas que extraño con locura
la fragua y el oasis, esos tiernos momentos
que libabas conmigo las más puras delicias.
Quizá nunca lo sepas que hoy escribo estos versos.