Cansado y sin más fuerza,
lento camino con trémulos pasos,
mi marcha era tan tersa,
mi senda fue un regalo
que andaba sin dilación ni letargo.
Pantanos del sendero
que presuroso cruzaba de largo,
escollos que ligero
y sin siquiera mirarlos
embestía valiente y sin rezago.
¿Cuándo fue que tu arrojo
se perdió en el frío y obscuro fango?
¿qué gallardo cerrojo
se te fue de las manos
entregando tu esencia y tu encanto?
¿Acaso fue que el dolor
encontró su morada en tu regazo?
¿fue que la pena allanó
tu alma sin más rechazo
o el rencor donó su traidor abrazo?
¿Para qué la retórica
de tu educada lengua elocuente,
si ante la categórica
patraña esta silente
de palabras con verdades permanentes?
¿Dónde quedó tu fe
promulgada en manifiesta alegría,
si al ponerte de pie
te ocultas con cobardía
y recorres tu senda en rebeldía?
¿Qué puedo yo hacer
ante este tajante y cruel fracaso?
¿Cómo habría de vencer
si en mis débiles brazos
coloqué mi esperanza en suelo raso?
Tienes que darte cuenta
que los arrogantes y soberbios,
pretenden la conciencia
de conocer al Verbo,
cuando en realidad van dando yerros.
Confiesa que tu vida
se encuentra empantanada en el fango,
que cierra las salidas
la opresión del pecado
que esclaviza y rechaza tu legado.
Sé humilde y reconoce
al lugar que te han llevado tus pasos
se cuerdo y desconoce
con humilde recato:
\"débil soy y preciso ser salvado\".