Luis Ernesto Hernández Aguirre

FANGO

Cansado y sin más fuerza,

lento camino con trémulos pasos,

mi marcha era tan tersa,

mi senda fue un regalo

que andaba sin dilación ni letargo.

 

Pantanos del sendero

que presuroso cruzaba de largo,

escollos que ligero

y sin siquiera mirarlos

embestía valiente y sin rezago.

 

¿Cuándo fue que tu arrojo

se perdió en el frío y obscuro fango?

¿qué gallardo cerrojo

se te fue de las manos

entregando tu esencia y tu encanto?

 

¿Acaso fue que el dolor

encontró su morada en tu regazo?

¿fue que la pena allanó

tu alma sin más rechazo

o el rencor donó su traidor abrazo?

 

¿Para qué la retórica

de tu educada lengua elocuente,

si ante la categórica

patraña esta silente

de palabras con verdades permanentes?

 

¿Dónde quedó tu fe

promulgada en manifiesta alegría,

si al ponerte de pie

te ocultas con cobardía

y recorres tu senda en rebeldía?

 

¿Qué puedo yo hacer

ante este tajante y cruel fracaso?

¿Cómo habría de vencer

si en mis débiles brazos

coloqué mi esperanza en suelo raso?

 

Tienes que darte cuenta

que los arrogantes y soberbios,

pretenden la conciencia

de conocer al Verbo,

cuando en realidad van dando yerros.

 

Confiesa que tu vida

se encuentra empantanada en el fango,

que cierra las salidas

la opresión del pecado

que esclaviza y rechaza tu legado.

 

Sé humilde y reconoce

al lugar que te han llevado tus pasos

se cuerdo y desconoce

con humilde recato:

\"débil soy y preciso ser salvado\".