Soy como la abeja,
que no precisa las flores, ni sueña primaveras. Soy como el silencio, que de golpe estalla, carne sobre carne, compartiendo la sangre, los atardeceres y sabores lentos. Como el poeta, que cierra sus ojos, y un trueno constante le dicta belleza imposible para las bocas y oídos. Soy como el niño que aprende amando despacio, pero un día se despide, su piel se viste de años, su corazón , madura al son de tu boca.
su alma, es cíclope de tu belleza única.