Francisca cz

La Mar

Y me siento ante ti, frágil,

Y mi alma se resquebraja ante tus vaivenes,

¡Que inmensidad se propaga ante mis ojos,

Y en que pequeñez se recorta mi cuerpo!

Al cual su sombra apenas recubre tres granos de tu arena,

Y mis manos apenas entibian tus aguas tempestuosas.

 

Si quisieras de un solo golpe a mi alma comerte,

Y borrar en un segundo aquel punto de tu anchura,

Como la ballena que salta y arrebata, ex abrupto,

De las olas la sal, y de su agua el reposo.

 

Mar, me susurras al oído,

Junto con tu lento céfiro salado,

Me seduces, delirante, a oscurecer en tu vientre,

Y las olas llaman al quebrar, una a una, en el acantilado.

 

Ya quisiera yo abrazar tu inmensidad,

A guardar ese aliento que me arrebatas a tu atisbo,

A guardar el sentimiento del eco que dejas dentro,

Del corazón pequeño que como concha,

Hace memoria de tu pecho que ruge por su huida.