Llegado Diciembre, en el corral del patio sembrado de plantas medicinales, ornamentales, de flores y de árboles frutales, etcétera, donde los perros de la casa se refrescaban del intenso calor, el gallo blanco y la gallina blanca, criados por la dueña de casa, escucharon el grito de alerta de las palomas en el techo vecino. Las palomas habían oído que ese día sería el último día de vida del gallo y de la gallina porque los humanos carnívoros lo habían decidido; es decir, los humanos carnívoros de la casa... ¿Cómo haremos para salvarlos? dijo mamá Paloma; pediremos ayuda a las palomas de los pueblos vecinos que son también vegetarianas, como nosotras, para que nos ayuden a elevar una canasta con la pareja para llevarla al bosque más cercano de conservación de especies, que queda a 100 km de aquí, un bosque donde todos los animales son herbívoros; allí no correrán peligro. Así fue como un grupo de palomas solidarias, vegetarianas, acordaron distraer a la mujer y a su esposo, pues el hombre fue el de la idea de hacer un sancocho de gallo y de gallina, para celebrar las fiestas decembrinas, con esos dos hermosos ejemplares de aves criadas en la ciudad. Luego que dispusieron todo, todas las cuerdas, todos los amarres, todos los hilos y toda la magia, para sostener la canasta en el aire, con los dos ejemplares, las palomas la bajaron al patio y avisaron al gallo y la gallina que se metieran allí, lo más rápido posible, mientras los vecinos vegetarianos entretenían a la dueña de la casa con una carreta de plantas que contenían: cresta de gallo, campanillas, margaritas, caracuchos, hermosas rosas, lirios, gladiolos, lengua de vaca, lengua de suegra, lirios, veraneras, en fin...Y fue así como pudieron sacar a la gallina y al gallo, que pesaban mucho, del patio de la casa y los llevaron al bosque situado a cien kilómetros de ahí, al suroeste de la ciudad. En el bosque había muchos animales exóticos: patos de distintas especies, garzas, palomas, perdices, íbis rosados, loros de diversos colores y tamaños, papagayos, en fin... por lo cual la gallina y el gallo se alegraron mucho y mucho màs al ver el lago que reflejaba el cielo azul, y, por primera vez, se miraron en su espejo, bajo ese cielo azul del Norte de la Comarca del \"País de la belleza\" cielo azul que habían visto, hasta entonces, como un pequeño cuadro debido a que eran aves criadas en la zona urbana, donde desde las casas solo se puede ver, si acaso, un pedacito de cielo. La felicidad los abrazaba, los abrazaba y sus ojos pudieron ver el inmenso bosque verde; sus oídos pudieron escuchar los sonidos del agua, del canto de los pájaros amigos, de la lluvia y pudieron ver miles y miles de insectos que subían y bajaban de los árboles; pudieron ver muchísimas mariposas danzar sobre las flores; pudieron ver los saltamontes, las libélulas, y muchos animalitos desconocidos para ellos; buscaron una especie de casucha entre el bosque Y así pudieron dormir tranquilos esa noche, la siguiente y mil y una noches más, y mil y un día y muchos días más. Con el paso del tiempo el bosque se alegró al ver que cada cierto tiempo nacían polluelos, machos y hembras, de color blanco, descendientes de la gallina y del gallo, que vivían felices y por eso el bosque pasó a llamarse \"Bosque del gallo blanco y la gallina blanca\"...