Sinfonías de colores,
esas, para mis grandes amores.
Sonatas de rompeolas,
estas, para quienes me enamoran.
Conciertos en tonos menores,
esos, para mis desamores.
Preludios sin descansos,
estos, para mis grandes fiascos.
Silencios que rompen el alma,
estos, para cuando ansío la calma.
Armónicos de azúcar y miel
esos, para erizar mi piel
con el recordar
de amores fracasados
de silencios olvidados
o del regusto a hiel.