Impaciente,
la fragancia de la sal
resucita la pureza,
savia de la bandera blanca,
pactos de honor
y silencios perdidos en el tiempo.
Tierras de frontera,
de fortalezas amuralladas
y de brumas encantadas
en el istmo olvidado.
Celebran el amor sin medida
los abrazos indóciles
de las almas descalzas
que bajan al agua.