Anne Black

Carta de amor

La música trae tu rostro encantador a una memoria revuelta de pensamientos extraños. Viajas de manera brusca y te instalas como si nada en el corazón. Iluminas mí mundo temeroso y me generas la ilusión absurda que acompaña sentimientos hermosos y peligrosos; pero sonrío como niña tonta que es feliz con un globo rojo. Me pones en modo inocente y me rindo ante el sentimiento que me flecha cuando escucho tu voz. 

Creo que estoy enamorada de tu dulzura, del niño que vive en ti y me abraza al llegar. Me envuelves y cambias por completo. El día gris lo conviertes en un cielo azul y el resto de la gente que pasa, se pierde en el tiempo; que sabes detener en un beso tierno, ese beso dulce y revelador. Un beso que dice más de lo que eres capas de expresar con palabras. 

Mis ganas de terminar en una cama los dos, no se basa en el sexo ordinario; (que por cierto, contigo me fascina) es el hecho de disfrutarte; recostada en tu pecho, sentir como te late el corazón, ser vulnerable en tus brazos, amarte y dejarme llevar por ese placer de estar tan solo así. Juntos, sin que haga falta mas. Contigo he descubierto que hay mil formas de hacer el amor, de gozarnos en plena calle o en una habitación. Contigo el placer de solo tenerte cerca, es más que suficiente. 

 

Debo reconocer que he perdido el toque para las cartas de amor, que los años desvanecieron un poco el romanticismo y las roturas a medio cocer, de la piel, me han prohibido entregarme al cien. No obstante lo mucho que puedo darte, es puro y sincero. Esta ocurrencia disfrazada de ganas por escribirte a puño y letra... (Porque recuerdo que alguna vez, dijiste que te gusta) y perdón. Pero no son ganas, es el amor que me has impregnado el que quiere complacerte en todos los sentidos. Y me empuja a explayar en esta hoja de papel, cuánto te amo y deseo. Tengo abstinencia de tus caricias, tus ojos tan transparentes mirándome. Eres mí vicio y no puedo resistir la tentación de comerte entero. De forma apasionada y tierna a la vez. Un toque inocente y atrevido. Pero sin perder la magia que hay entre nosotros. 

No sé si estamos destinados a pasar el resto de nuestras vidas queriéndonos, o si solo es el momento. Pero sin pensar en aquello, lo único que quiero hacerte saber, es que te amo.