Quiero llorar por no dejar de hacerlo,
llorar el desprecio al llanto.
Llorar las miradas que endurecen.
Precipitar el llanto en la dureza
de pie a tu lecho.
En un hombre sin llanto la sequía,
el ardor devenido del abandono
deja una comezón insobornable
en torno a los ojos.
Lloro el desarraigo
con la inusitada fuerza del volcán,
en el cráter lloro
-sólo verás lava-.
Quiero llorar a esta muerte helante
que sube arterial a depurarme
despoblándome en el furor del llanto.
Quiero llorar esta nube de cenizas
de lo que quedo,
nube de mi oscuridad llorada a borbotones
por un cielo abierto.