La primera afirmación del día
Los objetos del deseo
Los objetos deseados
El aroma nos recuerda los arabescos del padre
Su caminar y la estampa de sus dedos
Arrojamos las cosas y las ponemos en su lugar
Nuestra mente reflejando su desorden en los cerros
En la superestructura de uma cosa sobre otra
Se van aclarando nuestros cálculos
Las cosas trinan al caer
Nuestros dedos recuerdan el llamado
Y nos sumergimos en la práctica de oraciones
Como metiéndonos bajo el agua
Despiertos en el desierto de un laberinto cardinal
Donde las salidas no son ni umbrales ni puertas
No sabemos cómo pero escapamos
Es la sensación del perseguidor del presente al cual nos arrojamos
Despiertan los sentidos
Entre el sonido inexacto de algún reloj
Entre el cálculo de obligaciones atendidas otros días
Olvidamos orar o quizá lo hacemos bien