Dulce cántico
La miel es dulce, pero empalaga;
alegra al alma y al corazón.
Y siempre es cura de toda llaga,
que pasa mares y no naufraga
en las cascadas de la emoción.
La tierna abeja besando flores
con un suspiro se va al panal;
sus alas vate con miel de amores
haciendo un eco que da primores
con un acento que es celestial.
De pronto, llega hasta la colmena
y otra que espera sale a aplaudir.
Un solariego con alma buena,
entona un himno de gracia llena
por las ganancias del porvenir.
Entre el boscaje se va el artista
y un buen machete lleva con él...
Cantando coros como un salmista
cruza neblinas y hace una lista
para sentarse bajo un laurel.
Un abejorro muy presumido
se acerca al mozo y toca el violín:
y aquel diamante recién pulido
rasgó su manto de empedernido
para atraparlo por parlanchín.
Los pajaritos con voz de aurora
al darse cuenta, corren de allí...
y aquella abeja que mora y mora
es toda mano trabajadora
como esta historia que es para ti.
Samuel Dixon