La vieja encina
buscaba, entre los robles,
el sol del día.
Algo de luz,
pedían hoy sus ramas,
y de calor.
\"Los años pasan,
la juventud con ellos
y yo lo noto\".
Eso decía
la encina de estos versos
a sus vecinos.
Los viejos robles,
y eternos compañeros
de tantos años.
¡Cuántas historias,
y largas confidencias,
ellos conocen!
Aquellos días
de amor y de pasiones
bajo sus ramas.
Aquellos otros
de besos y miradas
interminables.
Y los precisos
con votos y promesas
de juventud.
...Hoy, con el tiempo,
que pasa y que no vuelve,
solo hay tatuajes.
Nombres escritos
y heridas olvidadas
en nuestra encina.
Hay soledad
y el bosque está en silencio.
Los robles lloran.
Rafael Sánchez Ortega ©
24/01/24