Por la alameda rayos de lirios
alumbrando tu llegada,
gacelas blancas hipnotizadas
como si fueses un hada.
Por el puente ojos de gata
ensimismados en tu mirada
de garza, que vuela en desbandada
hasta el horizonte de mi amada.
Por la calle Real azucenas vigilando
la cohorte que va pasando,
estrellas de porcelana
lleva mi niña en la cara.
Por el olivar piel de azabache
con tu caminar de lucero,
resplandeciente, elegante,
como se alinean los olivos
mirando al cielo.
Por el limonar el amarillo sol
te aguarda con pleitesía,
como mandan los guardas
de esta serenata del alma.
Al atardecer racimos rojos y rosas
envuelven tu vestido de seda,
caminando suavemente
como anda el sol en su tristeza.
Al anochecer negro alcoba
vigilando que no te vean
tus amores con la luna
en la recóndita azotea.
En la madrugada,
¡ay, en la madrugada!
quejidos, lamentos,
esperando al salvador
de tus tormentos.