Amelia Suârez Oquendo

SEÑORITA MELANCOLIA

 

 

Estoy inquieta.

Me invade la tristeza.

Mi gran amor partió hacia un lugar

lejano, un lugar

que no tiene regreso.

Dejó mi corazón abandonado.

Solo y roto. Sin consuelo…

y sin derecho al reclamo.

Se llevó las caricias y los besos que eran

de mi alma el sustento.

Me siento atrapada.

Vivo en compañía de una joven melancolía.

Ella guarda las llaves

 de las puertas del ayer

y regula el comportamiento

de los pensamientos.

Es experta en poner barreras entre el

pasado y el presente y también

en dictar reglas sobre la ida y la vuelta

de los recuerdos...

Por momentos logro escapar de su lado…

Corro y me refugio en el pequeño arrollo

donde estuvimos, él y yo,

muchas veces disfrutando del agua…

y lo llamo, con brío, pidiéndole socorro.

Lo veo llagar, sofocado y curioso,

 con la habitual manera de su saludo idílico.

Me toma de la mano y caminos juntos

hasta aquel viejo árbol de cerezos maduros

que nos gustaban mucho…

Y de pronto ¡sorpresa!

Un suspiro llegaba

seguido de un romántico abrazo

fundido con un beso.

Y mis ojos reían casi al borde del llanto

y sus ojos pedían prolongar la unión

para después correr hasta el jardín cercano

donde estaban las flores

 que eran para ambos

un verdadero encanto.

Y, así siempre eso.

Sí, eso…

 hasta que la Señorita Melancolía

me toma de la mano y, tranquilamente, dice:

“es hora del regreso”.

 

Amelia Suárez Oquendo

23-01-2024