El horizonte está difuso,
y una gaviota lo subraya
roída por la arena playa
bajo el ala de un sol iluso.
El mar resuena cardíaco
en un vaivén interminable.
Es la mano más amable,
del puerto donde atraco.
Valparaíso embriagador
con tus cerros y cantinas
con tus luces encandilan.
Sé de tú licor abrigador,
allí, en calles clandestinas,
mis penas se aniquilan.