Cuando se ve, taciturno y solitario,
divagando por una playa desierta,
a un hombre con el corazón lastimado,
es porque ha perdido su alma en la arena.
Cuando le amagan las fieras de la mar
y las nubes le lloran lágrimas muertas,
el espacio se muda en juego de azar
por haber perdido su alma en la arena.
Cuando ni el sol le aconseja en la esperanza
allí donde la pasión se vuelve niebla,
el destino se hace sombra traicionada
por haber perdido su alma en la arena.
Cuando el que fuera ejemplo de valentía
es hurtado del sentido de sus huellas
es porque su corazón ya no camina
porque su alma se quedó allá en la arena.