jvnavarro

EL AMOR A TODA MARCHA

Estoy aquí y ahora
en este poema,
cargado con toda la tinta,
tanta como para llenar 
una libreta de palabras
entre si desconocidas
pero con un idéntico vínculo,
el amor como fundamento
y testigo de nuestro paso por la vida.
 
Las palabras nacen 
para  ser usadas,
es su destino
el que nosotros les demos
y su validez 
estará en función
de conforme hayan sido usadas
e investidas de más o menos dogmatismo.
 
Viven las palabras en el interior
de nuestros concretos universos
y aunque las recogimos
de allí donde la gramática
se vuelve amable,
las empleamos como deseo
cumplido,
para pensar y escribir
hablar y entendernos,
 donde se quiera
que pongamos un músculo.
 
¿Qué hay más en todo esto
de usar las palabras
para decirnos
lo mucho que nos amamos
y que nos queremos,
lo mucho que sufrimos,
lo que hicimos
y haremos,
de lo que nos servimos
y serviremos?
 
Un atolón en mitad de un océano
y entre praderas de corales
una palabra, amor, aflora, 
en el lugar donde las perlas
adornan los cuellos
de las mujeres del mundo.
 
Querer y ser queridos
y si la palabra
quiere ser más explicita
aquí les dejo
con un rosario de expresiones
que sirven
para aliviar mi sed
de aquello que corre 
por el interior del cuerpo 
que me sirve
de artilugio
para cumplir los deseos
que en mi son mis preferidos.
 
El amor que sentimos,
 como admiración y capricho
de quienes se sienten unidos;
como atracción y cariño
que pervive por los siglos de los siglos;
como adoración y erotismo
manteniendo el tipo; 
como afecto y anhelo
que se persigue
sin importar el tiempo ni los peligros;
como aprecio y benevolencia
de quienes comparten lo mismo;
como compasión y confianza,
si es que el amor de verdad
ha germinado y florecido
en corazones agradecidos;
como cortejo y debilidad
de quienes nacen en ello juntos;
como deseo y devoción,
aspiración esta
que lleva en si mucho romanticismo;
como enamoramiento y encaprichamiento
de quienes permanecerán siempre unidos;
como encantamiento y entusiasmo
que se digiere tal si fuera una copa de vino;
como estima y éxtasis,
droga esta que estimula los sentidos;
como fascinación y glorificación
todo en si uno;
como alivio y honor
muy él distinguido;
como idealización e inclinación
hacia el terreno de lo prohibido;
como lujuria y obsesión
que convierte los días en segundos;
como pasión y reclamo
del cazador siempre invicto;
como respeto y romance
de un poema compartido;
como seducción y simpatía,
conexión real e intima
que se nota con solo mirarnos
en el agua cristalina de un río;
como tendencia y ternura
que nos hace frágiles e inseguros
 y como veneración
de quienes se sienten en lo suyo
más que a gusto.