Estilo, anquilosado en el siglo XX,
siendo análogo y creyente de los días inesperados.
Siento que soy un solitario colonialista del tiempo.
Forjo en mi fragua existencial
señales, expresiones y silencios
con los cuales voy descifrando conceptos.
No llevo espada, ni arcabuz
para establecer una conquista menos dolorosa.
Mi ropaje es una armadura hecha de palabras mustias,
con la que se ha reinventado mi alma imperfecta.