Ensimismamiento
Seducía su timbre color blanco
en la tarde amarilla de rastrojos
al compás de bandurrias sin enojos,
grácil nube que me raptó del banco.
Apenas era inapreciable estanco
espiritual, sol que cegó mis ojos
y sembró mi alma de dichas, manojos
de resplandor y luz por cada flanco,
coronado de paz, música e incienso,
en un espacio de ensueño inefable,
sin tocar el suelo, el aire ni el techo,
de amor en ensimismamiento intenso
al juntarse a un alma un fuego inflamable,
deja un camino, un canto, un sueño hecho.