Me alimenta el aire que trae olor a mimosa y bellis cuando atraviesa el bulevar a media tarde. Los robles aún desnudos comienzan a cubrirse de diminutas yemas, el prado verde cuajado de flores silvestres invita a rodar por la hierba.
La inocente alegría de la primavera con nueva sabia, cosquillea en mis ojos haciéndome estallar de alegría, y te regalo un jardín de flores y mis manos, donde dormirán acurrucadas las estrellas del cielo.
26/01/24