Tanto en el hombre blanco, negro o amarillo
tanto en el pobre o en el rico
tanto en el musulmán, cristiano y judío
tanto en el inmigrante y en el indio
tanto en el castizo y en el mestizo
tanto en el sano y en el emfermizo
tanto en el creyente, ateo e indeciso
tanto en el ser masculino y femenino
tanto en el anciano y en el niño
circula libre el mismo color de lo vivo
fluye el rojo de la sangre, brillo
humano color de los latidos.