Como decae en el otoño la frescura
lozana y petulante de las flores,
como permutan a grises los colores
del suelo y con las hojas su moldura;
como arrastran los ríos la envoltura
caduca de los fragantes olores,
como ocultan los bosques los sabores
esperando del invierno su tortura,
se forja en mí, con fuego, la estructura
del incipiente otoño de mi suerte.
Con la edad su dispensa he consumido,
la terca realidad me ha convencido:
tras de la ingenuidad trenza la muerte
su urdimbre natural, la sepultura.